Little Jesus nos trajo la magia al palacio de los deportes
Txt y Fotografía :Xareny Lemus
El sábado 26 de julio de 2025, Little Jesus realizó una de las aspiraciones más deseadas por cualquier grupo mexicano: llenar y controlar el Palacio de los Deportes.
Lo que inició como un experimento musical desde la independencia, se transformó en una enorme festividad de casi tres horas en la que la memoria, el anhelo y la camaradería se concretaron mediante la música.


El concierto, que comenzó a las 20:15 horas y duró hasta las 23:10, simbolizó no solo un punto de inflexión en la carrera del grupo, sino una representación teatral intensamente semiótica, en la que el espacio, los cuerpos y los símbolos conversaron en un idioma común entre la banda y el público.
Desde la primera canción «Tierra llamando a Sant», la presentación ofreció un viaje sensorial: las luces portátiles, las cámaras en mano, los visuales de estética retro y los coros en conjunto crearon un ambiente que superaba un mero recital. Fue una expresión emocional de una generación, plasmada en 29 temas que permearon toda la carrera del grupo.
Como Con su presencia en «Fuera de lugar», Daniela Spalla incorporó una dimensión de cariño y colaboración, en «Los años maravillosos», Macario Martínez intensificó el tono melancólico del asunto, rememorando el transcurso del tiempo y las relaciones que perduran y Jesse Baéz convirtió «Volver al futuro» en un acto de anhelo, una especie de proclama de persistencia y optimismo.



Cada melodía funcionó como emblema de una vivencia vivida, en la que los participantes más de 20 mil espíritus no solo escuchaban, sino que reafirmaban recuerdos comunes.
En canciones como «Una playa en Nayarit» o «Pesadilla / Berlín / Azul», se notaba una combinación de tristeza y festejo que invocaba una emotividad entre generaciones, arraigada en el recorrido individual de cada escucha.
Con «Norte» y «La luna», Paloma Morphy creó escenarios privados, repletos de silencio y resonancia con la singularidad Ximena Sariñana destacó en el papel de anfitriona emocional en «TQM», aportando potencia interpretativa y coral a uno de los himnos más recientes de la banda.

El punto mas memorable se produjo con «Copa del Mundo», que se interpretó en conjunto con todos los invitados, representando la variedad de influencias y amistades que ha forjado la banda.
La canción no solo concluyó el acontecimiento, sino que reforzó la premisa del espectáculo: el auténtico éxito no consiste en llenar un lugar, sino en edificar comunidad.Con este concierto, Little Jesus disipa toda incertidumbre acerca de su herencia. Ya no constituyen una agrupación en crecimiento ni un fenómeno de nicho: representan una voz de generación.
Y el Palacio de los Deportes, que en ocasiones parecía inaccesible, ahora resuena con su eco, su ritmo y la ovación de miles de personas que, durante casi tres horas, transformaron el indie en una festividad conjunta, intensa y brillante.




